Autor: | J. M. Barrie |
Título: | Lady Nicotina |
Ilustraciones: | M. B. Prendergast, Marc Valls (port.) |
Prólogo: | Gabriel Dols |
Traducción: | Libertad Aguilera |
ISBN: | 978-84- 941502-7-2 |
Año: | 2014 |
Palabras: | 53.000 |
J. M. BARRIE
Lady Nicotina
Lady Nicotina es una obra de una pieza, coherente en sus personajes y su desarrollo. El argumento es fácil de resumir. El narrador acaba de casarse y, por ese motivo, ha tenido que dejar de fumar. Aunque intenta convencerse de la bondad de su nueva situación, no puede evitar soñar con sus años de soltería y las pipas que fumaba con los amigos: «Éste es el libro de mis sueños», dirá a modo de presentación. Tras una pormenorizada descripción de todos sus adminículos de fumador, ofrecerá un retrato de los amigos con quienes compartía el humo noche tras noche. Una vez establecidos los personajes en su debido orden de importancia, el grueso del libro consistirá en el relato de varios episodios que vivió con ellos, siempre con el tabaco como hilo conductor. A pesar de que el tono jocoso de Barrie, como en tantas ocasiones, invita a tomarse el libro como un mero divertimento, Lady Nicotina admite también varias lecturas más. En primer lugar, no por obvio conviene olvidar que nos encontramos ante un auténtico canto de amor al tabaco y, en particular, a la mezcla Arcadia, única pasión reconocida del flemático narrador.
El detalle casi obsesivo con el que se describe todo lo relacionado con la mecánica y la liturgia de la pipa (más algún excurso dedicado a los puros) y con el éxtasis de su consumo sólo puede nacer de un sentimiento genuino, por mucho que se exagere con fines humorísticos. Bien es cierto que el narrador no deja de recordarnos que el tabaquismo también tiene sus contrapartidas, aunque sospechamos que lo hace más que nada para convencerse a sí mismo: cita, por ejemplo, el olor que todo lo impregna, la tos que padece algunas noches (y que Barrie sufriría durante buena parte de su vida), el dinero que se va al año en tabaco (que desglosa de forma pormenorizada) y las servidumbres de la adicción («Jamás mendigo ciego dependió de manera más lamentable de la guía de su perro o fue más reacio a cortar la correa»).
(Del prólogo de Gabriel Dols.)
Las circunstancias en las que dejé de fumar fueron las siguientes. Era un simple soltero, camino de lo que ahora veo como una trágica mediana edad. Me había acostumbrado hasta tal punto a que mi boca expulsara humo, que me sentía incompleto sin él; en realidad, llegó un momento en que podía abstenerme de fumar si no hacía nada más, pero casi nunca en las horas de trabajo. En cuanto dejaba de lado la pipa me encontraba dando vueltas nerviosamente alrededor de la mesa. Jamás mendigo ciego dependió de manera más lamentable de la guía de su perro o fue más reacio a cortar la correa.
En torno a Lady Nicotina
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Blog ¡Hjckrrh!: James Barrie, ligereza y posesión (8-4-2014)
Imágenes de la casa natal de James Barrie, convertida hoy en museo, y de otros lugares de Kirriemuir.