Autor: | Stefan Zweig |
Título: | Incidente en el lago Lemán |
Epílogo: | Laura Manero |
Traducción: | Laura Manero |
ISBN: | 978-84- 942767-3-6 |
Año: | 2015 |
Palabras: | 5.000 |
STEFAN ZWEIG
Incidente en el lago Lemán
En el verano de 1918, un naúfrago es rescatado de las aguas del lago Lemán en la pequeña localidad balnearia de Villeneuve, situada junto a Montreux, en el extremo más oriental del lago. Se trata de un incidente que rompe la monotonía estival, por lo que los veraneantes se arremolinan con curiosidad en torno al recién llegado. Aturdido, éste no entiende una palabra de cuanto se le dice. Finalmente, se descubre que es un desertor ruso perteneciente al contingente de 20.000 soldados enviados en 1916 por el zar Nicolás II al frente occidental y a Salónica. Tras haber luchado durante dos años con las tropas aliadas ha sido herido y ha aprovechado su estancia en el hospital para intentar regresar a su casa y a su familia, en el sur de Siberia. El infortunado campesino había creído, al llegar al lago Lemán tras muchos días de recorrer Francia a escondidas durante la noche, que se encontraba por fin a orillas del lago Baikal y cerca ya de su hogar. Simple campesino, no acierta a comprender las implacables realidades de la geografía física y política y se encuentra preso en la Grenze («frontera») del lago Genfer (su nombre en alemán). La desesperación se apodera del soldado ruso cuando comprende su situación y todos los impedimientos burocráticos que se interponen a la pretensión de continuar, sin ningún tipo de papeles, su viaje.
Este relato de Stefan Zweig se publicó por primera vez en julio 1919, pocos meses después del armisticio, en la revista vienesa Moderne Welt. En algunos aspectos, resulta inquietantemente premonitorio. Gracias al amable permiso de la editorial Acantilado, ¡Hjckrrh! ofrece ahora una nueva traducción realizada por Laura Manero, autora también del epílogo que completa su versión.
Frente a la orilla del lago Lemán, cerca de la pequeña localidad suiza de Villeneuve, un pescador que se había internado en el lago con su barca de remos una noche del verano de 1918 divisó en medio del agua un extraño objeto, y al acercarse vio que se trataba de un balsa de maderos mal atados que un hombre desnudo intentaba impulsar con torpes movimientos sirviéndose de una tabla a modo de remo. Lleno de asombro, el pescador fue hacia él y ayudó al hombre exhausto a subir a su barca, cubrió como pudo su desnudez con unas redes y luego intentó hablar con aquella persona que temblaba de frío, encogida y espantada, en un rincón de la embarcación; el hombre, sin embargo, le respondió en un idioma extranjero del que ni una sola palabra se parecía a las del suyo propio.