Autor: | Chen Qiufan |
Título: | Contaminación |
Prólogo: | Iris Capilla Campomar |
Traducción: | Iris Capilla Campomar |
ISBN: | 978-84- 948648-2-7 |
Año: | 2019 |
Palabras: | 7.000 |
CHEN QIUFAN
Contaminación
En el apocalipsis ecológico descrito en Contaminación de Chen Qiufan, el protagonista es un jubilado que se dedica a realizar para una ONG mediciones de las partículas que saturan el aire de una gran ciudad china. El relato podría enmarcarse en lo que se ha dado en llamar ficción climática (en inglés, cli-fi), un género relacionado con futuros (o casi presentes) distópicos en los que el elemento antiutópico viene dado por las catastróficas consecuencias de la actividad humana sobre el medio ambiente. Se considera que el género nace a principios de la década de 1960 con las dos primeras novelas de J. G. Ballard, The Wind from Nowhere (1961) (Huracán cósmico, México; El viento de la nada, España) y The Drowned World (1962) (El mundo sumergido).
La realidad que describe el relato no dista mucho de la situación vivida a mediados de la década del 2010 por muchas ciudades chinas, envueltas por espesas nubes tóxicas producto de las emisiones de los coches y las fábricas y centrales térmicas favorecidas por la política desarrollista del gobierno del Partido Comunista Chino. La historia refleja las dramáticas consecuencias de la contaminación para la salud y la psicología de las personas, no elude la crítica social y se desliza lentamente hacia un ámbito cercano al realismo mágico.
De Chen Qiufan sólo se han publicado en castellano los tres relatos que abren la antología Planetas invisibles (Alianza, 2017), una recopilación de ciencia ficción china contemporánea realizada por Ken Liu, traductor al inglés de varios renombrados escritores chinos del género, entre ellos Chen Qifuan. Por ello, este relato presenta por primera vez en castellano la obra de Chen en una traducción directa del chino, realizada por Iris Capilla Campomar.
El viejo Sun vivía en un decimoséptimo piso, de cara a la avenida y sin nada que le obstruyera las vistas. Así que, si una mañana se despertaba y todavía estaba oscuro, seguramente era por la contaminación.
Por la ventana sólo se veía una capa oscura y plomiza, tenía que hacer un esfuerzo para distinguir los demás edificios. Sobre un fondo gris amarillento, surgían las siluetas difusas como un estampado en relieve de color arenoso. Por la calle todos los vehículos circulaban con los faros antiniebla encendidos, tocando sin parar la bocina, y acababan atascados en el cruce formando un gran caos. Era imposible establecer una frontera clara entre dónde acababa la tierra y dónde empezaba el cielo.